domingo, 24 de julio de 2016

La esposa del granjero (1928) - Alfred Hitchcock

El gran Alfred Hitchcock, en su etapa como cineasta en la época muda de este arte, realizó cerca de una decena de filmes, cuando aún se encontraba buscando su estilo característico como el inmortal maestro del suspense, definiendo sus principales nortes artísticos. Era ya el mítico año en que la mayor revolución llegó al cine, el sonido había arribado para quedarse, para reconfigurar completamente el panorama cinematográfico, y el gran Hitch por ende materializaba sus últimos ejercicios silentes. Con esta cinta inicia el británico su vínculo con la productora British International Pictures, y luego de dirigir Declive (1927), adapta nuevamente una obra literaria, la pieza teatral de Eden Phillpotts, para presentarnos una historia sencilla, hilarante, en la que un hombre maduro, al quedar viudo, al morir su esposa, decide volver a encontrar pareja, inicia la búsqueda de la fémina, elabora una lista de posibles prospectos, y, ayudado por su ama de llaves, se lanza a cortejarlas, obteniendo sendos rechazos. Pero cuando parece que su objetivo no será cumplido, impensadamente encuentra lo que buscaba en quien menos imaginó. Inusual ejercicio en la filmografía del prodigioso Hitchcock, una comedia agradable, que por supuesto no se acerca a los mayores filmes de este notable director, ciertamente es una rareza, pero siendo un filme mudo de Hitchcock, ya tiene un gran atractivo para ser visionada.

                   


En una residencia campestre, vemos al granjero Samuel Sweetland (Jameson Thomas), que atraviesa un difícil momento, su esposa acaba de fenecer. Él vive con su ama de llaves, Araminta Dench (Lillian Hall-Davis) y su mayordomo Churdles Ash (Gordon Harker); todos asisten poco después al casamiento de la hija de Sweetland, tras lo cual, el granjero, asistido por su leal “Minta”, elabora una lista con cuatro posibles candidatas a convertirse en su nueva esposa. Inicia entonces el cortejo de cada una de ellas, comenzando con la viuda Louisa Windeatt (Louie Pounds), a quien hace saber sus intenciones, obteniendo negativa de la viuda. Continúa entonces con Thirza Tapper (Maud Gill), quien aunque al comienzo parece tener distinta actitud ante su propuesta, finalmente también lo rechaza, creciendo la frustración en Sweetland. En una amena y concurrida reunión, realiza su tercer intento, la elegida es Mary Hearn (Olga Slade), una mujer cuya respuesta no solo es negativa, sino que hasta se ríe del granjero, que responde con algunos insultos, generando en ella un ataque histérico. El pueblo entero ya se ha enterado de la búsqueda del viudo, que al cortejar a la cuarta, Mercy Bassett (Ruth Maitland), nuevamente obtendrá un rechazo. Finalmente encontrará a una mujer que lo quiere genuinamente, y cuando dos de las cortejadas regresen, se sorprenden al encontrar al granjero felizmente emparejado.













La imagen inicial de la cinta nos presenta un resumen visual del entorno donde todo sucederá, vemos fauna campestre, patos, canes, ganado, todo rodeando el domicilio, la granja de Samuel; veremos agradables imágenes de animales, y posteriormente decenas de canes cazadores, el campo, exteriores, una cinta que hasta con esos elementos va declarándose atípica película de su autor. Al parecer hay en circulación más de una versión, más de un corte de este filme, y el filme visionado en el que se basa la presente crítica, es un corte de 97 minutos, inferior en casi veinte minutos a otra versión que tengo entendido existe. Y quizás sea por ese material faltante, que se siente cierto frenetismo en las secuencias iniciales, en el que prontamente en unos cuantos minutos se muestra la granja, el fallecimiento de la esposa del granjero, y asimismo el matrimonio de la hija de éste, es posible que en la versión de mayor metraje no se sienta esa cierta prisa de los primeros minutos. Ciertamente es atípico el trabajo en Hitch, es una comedia, algo bastante más benigno a lo que usualmente hace el maestro, muy alejado del suspenso que lo haría leyenda del cine; ahora bien, cierto también es que la comedia, la carga cómica es algo que casi nunca estuvo ausente en los filmes del británico, siempre encontramos hilaridad dosificada durante las cintas del cineasta, y en este caso se encuentra diseminada en parte con las ocurrencias y ciertas torpezas del ama de llaves de una de las cortejadas. Sin embargo, al ser ésta completamente una comedia, se advierte que es éste un campo ajeno a las mayores proezas del director, sin que sea un flojo ejercicio fílmico; simplemente presenciamos un estadío en que el creador aún estaba encontrándose a sí mismo, y si bien dio un paso importante en ese sentido con El enemigo de las rubias (1927), descubriendo el suspenso como baza principal de su cine, se evidencia que el entonces novel Hitchcock continuaba en el proceso de definir su estilo, como en buena medida fue toda su etapa en el cine mudo.













Pero, a diferencia de casi todas sus cintas mudas, en esta oportunidad llama la atención la cantidad de diálogos que se incluyen en este ejercicio, bastante más abundantes que en sus filmes mudos más logrados, como las dos ya citadas El enemigo de las rubias y Declive de ese mismo año, cintas en las que justamente la ausencia de diálogos hacía que la carga dramática en los actores y en el lenguaje audiovisual no verbal sea mucho mayor. La cinta es simplemente el proceso de búsqueda de esposa del granjero, como lo indica el título, y para la misión es positiva y apreciable la interpretación de Jameson Thomas¸ el protagonista, con sus gestos, ojos muy abiertos, ademanes y registros, presentando los momentos más jocosos, sobrellevando los rechazos, con los que se vuelve casi una labor maliciosa apreciar cómo corteja el individuo a las mujeres, obteniendo sendas negativas. Finalmente, y como se aprecia en muchas historias, la persona que inicialmente es asistente, que ayuda al interesado a conseguir pareja, termina siendo todo lo que éste buscaba, siempre tuvo frente a sus narices, en su casa, todo lo que pensó encontrar afuera. En cuanto a su lenguaje cinematográfico, la inicial narrativa lineal de la cámara se rompe al fin cuando el cineasta interesantemente esgrima sus conocidos recursos narrativos visuales, y cuando el buen granjero decida iniciar la búsqueda de su nueva compañera, apreciaremos esos recursos. Ahí es que por vez primera en el filme aparecen las superposiciones de planos, también primeros planos, todo ordenado en el montaje para configurar el momento en que elabora la lista de candidatas, imaginando a cada una de ella en su casa. Asimismo, cuando lo veamos acicalándose para iniciar los cortejos, aparece otra vez ese trabajo de montaje concatenando planos detallados, primeros planos, imágenes de la leal Minta ayudándolo a arreglarse, nuevamente muestra su elocuencia narrativa en imágenes. Agradable y conocido lineamiento suyo, la narración visual es algo en lo que Hitch siempre descolló, sus filmes mudos siempre fueron muy visuales, y si bien en la cinta esto se aprecia solo tibiamente, se corrobora que es un aspecto que acompañó al cine del británico desde sus comienzos.










Una de las partes más cómicas de la cinta llega sin duda con la tercera mujer, Mary Hearn, que se ríe de Sweetland y su petición, lo enfurece, él la insulta, y ella alcanza un paroxismo de histeria que se aprecia por vez primera en ese momento. Luego al final de la cinta volveremos a verla, cuando al cambiar de opinión, y desee desposarse con Samuel, se de con la sorpresa de que ya es tarde, y nuevamente la vemos agitando los brazos y gritando histéricamente, sin duda uno de los momentos más cómicos, en la que se siente una buena comedia, pero no extraordinaria. No es una cinta brillante, pero consigue su cometido, divertir y entretener, la poco más de hora y media de metraje de la versión que pude ver se pasa rápido, pero como se dijo, siendo amena la película, se siente que no es el campo en el que el cineasta sabría brillar con tanto fulgor hasta alcanzar las más altas cimas del cine. Sin sus nortes principales, sin el suspenso, sin las muertes, misterios e intrigas, sin el falso culpable, ciertamente la cinta es una rareza dentro de la extensa filmografía del gigante británico. Asimismo, la versión a la que tuve acceso tiene un muy curioso acompañamiento musical, de renombrados e ilustres compositores, de la talla de Mendelssohn o Dvorak, entre otros, un acompañamiento musical de primer nivel, pero ciertamente que se siente un poco -o bastante- extraño para ambientar una comedia de este tipo, muy probablemente una selección auditiva que no fue elegida por Hitch. Como no podía ser de otra forma, un feliz desenlace le aguardará al granjero, la fiel Minta finalmente es la respuesta a su búsqueda, virtuosa, discreta y hermosa, tras la ardua y casi humillante travesía, la bella Lillian Hall-Davis, una muy relevante actriz muda, discretamente se lleva parte del protagonismo de la cinta. Habiendo trabajado ya con Hitch, en El Ring, también de 1927, la hermosa actriz, que por cierto el propio Hitchcock declaró como su actriz predilecta, no pudo dar el salto al cine sonoro, y encontraría un tristemente célebre y trágico final suicidándose en 1933. Era ya el año en que con El cantante de Jazz, el sonido llegaría al cine a cambiarlo todo para siempre, todos los cineastas y actores emprendían nuevos rumbos en sus carreras, y aquí tenemos a Hitch, empezando a encontrar su estilo definitivo, tenemos en esta cinta un muy particular ejercicio fílmico suyo, que sin ser una obra maestra, a los fanáticos del británico seducirá sin dudarlo.








1 comentario:

  1. ME LA ACABO DE COMPRAR NUEVA POR 1 MISERO € PERO CON LA ILUSION DE QUE ME VA A GUSTAR...
    GRACIAS POR EL EXCELENTE ARTICULO.

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