sábado, 9 de julio de 2016

El enemigo de las rubias (1927) - Alfred Hitchcock

Antes de que Alfred Hitchcock comenzara a realizar largometrajes sonoros, y antes de que alcanzara inmortal fama como el maestro del suspenso, tuvo el británico cineasta un paso por el cine mudo, en el que cerca de una decena de filmes produjo. La presente cinta es su tercer largometraje, pero, a juicio de muchos críticos y del propio cineasta, podría considerarse su primer filme, en el sentido en que es la primera película que contiene ya muchos de los principales nortes o características, temas que guiarían el resto de su filmografía, es el primer filme realmente hitchcockiano. Desde el principio Hitch manifestó su gusto por adaptar al cine una obra literaria, y en esta oportunidad la novela adaptada es la obra de Marie Belloc Lowndes, que a su vez se inspiró en los tristemente célebres asesinatos de Jack el Destripador. Ambientado en su natal Inglaterra, la historia retratada nos presenta a un joven huésped en una posada, donde hay mucho temor por un asesino en serie, que está matando mujeres en la localidad, todas ellas rubias; el joven, de hábitos un poco extraños, desarrolla acercamiento y atracción con la hija de la familia que lo hospeda, pero se complicará todo cuando sea el principal sospechoso de los asesinatos, más cuando ella esté comprometida con el policía a cargo del caso. Una película muda notable, era la primera vez que Hitch descollaba en un filme de suspenso e intriga, era la primera vez que dejaba impronta de su genialidad, acababa de nacer el mejor Alfred Hitchcock.

                  


En una ciudad británica, lo primero que apreciamos será a una muchedumbre alarmada y aterrada, pues el cadáver de una mujer ha aparecido, la policía comienza a realizar investigaciones y avisos sobre este, que no es el primer asesinato de este tipo. Luego vemos una casa de huéspedes, cuya  ama de casa es la Sra. Bunting (Marie Ault), vive con su esposo (Arthur Chesney), y su hija Daisy (June Howard Tripp), que es cortejada por Joe (Malcolm Keen). Al hospedaje llega un nuevo inquilino (Ivor Novello), que no tiene problemas en pagar un mes por adelantado por una habitación. A Joe, que es policía, se le encarga el caso de los asesinatos múltiples, buscará al asesino, mientras Daisy se va conociendo y acercando al nuevo huésped; ella, pese a que consiente el cortejo de Joe y escucha su oferta de matrimonio, en el fondo no está convencida de casarse con él. Los días pasan, Joe comienza a sospechar del huésped, quien a su vez desarrolla gusto por la compañía de la fémina, hay una atracción que es correspondida, pues Daisy manifiesta preferencia por el joven misterioso, deja a un lado al policía. Pero Joe ya no duda, allana el cuarto del joven, encuentra elementos que lo incriminan decisivamente, situación ante la cual el huésped huye. La muchedumbre local piensa, como el detective, que él es el culpable, y a punto están de lincharlo, pero habrá oportunidad de aclarar todo de una vez.








La cinta declara sus intenciones desde el comienzo, tras ver una imagen con cierto juego de contraste, el primer plano propiamente del filme es la de una mujer gritando, gritando desaforadamente, tras lo cual aparecen en la pantalla las palabras To Night - Golden Curls (Esta Noche - Rizos Dorados). Gran premonición, angustia y opresión oportunas, pues a continuación apreciamos la aparición del primer cadáver femenino, el suspenso y las muertes ya nos han sido expuestos. Tenemos en esa expresión, To Night - Golden Curls, una suerte de leitmotiv, recurrentemente aparecerá, recordando la obsesión del asesino, rizos rubios, matar rubias; inclusive al final del filme, con todo aclarado, y la pareja abrazándose feliz, volverá a aparecer por última vez la leyenda, quedaba ya plasmada pues la obsesión del asesino, pero curiosamente también del cineasta, cuya debilidad por las rubias y el empleo de ellas en sus principales filmes es legendario. En ese mismo sentido, agrada que Hitchcock muestre ya algunas señales de ser una suerte de director moderno en el cine mudo, pues si bien obviamente se ciñe a los recursos que ese cine ofrecía, su narrativa ya iba delineando recursos propios de una nueva era de cine. Prueba de ello es la secuencia de un detective escribiendo a máquina el reporte policial, con descripciones de testigos sobre el asesino, esa hoja en blanco, mientras está siendo escrita, nos narra esos detalles, que no son expuestos de tradicional forma con cuadros de texto. Asimismo, unas luces de neón cumplirán el mismo rol cuando con su dinamismo nos den mayores alcances de la situación, es una forma de narrar bastante más dinámica que la tradicional; en el crepúsculo del cine mudo, Hitchcock empezaba a dar atisbos de una relativa modernidad en sus formas, en su lenguaje, y esto se volvería a apreciar en posteriores cintas suyas. Así, dentro del repertorio de recursos técnicos del cineasta, si bien todavía no explota toda su imaginería, ya podemos ir apreciando algunos notables efectos, como la superposición de planos cuando la familia imagina al huésped caminando en el piso de arriba. Con ese recurso, aunado al contrapicado que emplea en esa secuencia, se sigue engendrando la intriga, la incertidumbre y cierto misterio, mientras a su vez da muestra de su ingenio, en los años finales del cine mudo.










En el filme se puede apreciar asimismo un agradable halo de expresionismo, algo perfectamente normal siendo esa corriente alemana una de las mayores escuelas de entonces en el cine, y en efecto Hitchcock imprime algo de ese estilo, con algunos juegos de luces y sombras, contrastes lumínicos que distorsionan un poco la realidad, y contribuyen a la atmósfera general de perenne suspenso. En esta, la primera cinta hitchcockiana, asimismo, es remarcable que el suspenso en ciertas secuencias se genera con simplicidad, con detalles, simples detalles que en su conjunto total configuran ese suspenso, nos hacen pensar que el asesino es el huésped. Detalles pequeños como las primeras interacciones del sospechoso con Daisy, él coge un cuchillo, lo blande con inciertas intenciones hacia ella; seguidamente, mientras juegan ajedrez, toma una vara metálica para atizar las cenizas de la fogata, y nuevamente parece tener intenciones deshonestas hacia ella, luego la policía encuentra planos en su habitación, también una fotografía femenina. Hasta el final, todos los detalles son incriminatorios en su contra, todo apunta a que él es el asesino, o por lo menos, tibiamente, se nos va insinuando eso. Otros detalles, en apariencia menores también, pero importantes, son por ejemplo las imágenes del candelabro, en constante balanceo, con los que se sobreentiende que el joven está caminando, caminando sin parar, la inquietud y la intriga se refuerzan. Y su suspenso se ve aún más reforzado a su vez por el montaje de Hitch, un por momentos frenético montaje en el que la sucesión de imágenes multiplica la emoción, primeros planos, planos detallados de rostros, de objetos, de relojes, de detalles de los escenarios, de unos pies que caminan. Todo ese entramado, ciertamente frenético montaje cuando es necesario que reposa en correctos y precisos planos, da muestra de que el trabajo de cámara y sus posibilidades expresivas y narrativas siempre fue uno de los más importantes santo y seña en Hitchcock, su herramienta artística siempre fue un recurso bien explotado por el realizador. Final detalle de drama y suspenso habrá cuando veamos al ya demostrado inocente a punto de ser linchado por la muchedumbre, con las esposas que se enganchan en una reja, y lo dejan casi a merced de una masa humana dispuesta a ajusticiarlo por los crímenes que no cometió.












Hay sensible cambio desde el primer momento en que él aparece, con la música, tensa y misteriosa, diametralmente opuesta a la intimidad y tranquilidad de la familia, sumado al detalle del foco de luz que se apaga, el individuo que aparece con una chalina cubriéndole medio rostro, tal cual indicaban las descripciones de los testigos sobre el asesino. Todos esos detalles ya van tejiendo la intriga, la incertidumbre, el maestro iba descubriendo lo que mejor hace en el cine. Hay elementos que conviertan ciertamente a la película en la primera obra plenamente identificable como trabajo de Hitchcock, elementos clásicos de su cine, tenemos uno de sus mayores vértices: el falso culpable que se ve inmerso en impensada pesadilla, y que debe correr para probar su inocencia, y para hasta salvar su vida. A esto se suma por supuesto la intriga, es el primer filme de Hitch en el que el misterio y la incertidumbre son los ingredientes principales, acababa de nacer el mejor Hitch, acababa de encontrar su rumbo definitivo en el arte cinematográfico. Y su debut en ese ámbito es por demás exitoso, embrionariamente ya cimenta su estilo y personalidad como director, la cinta completa está dedicada a desenmarañar el misterio, la identidad del real asesino casi queda en segundo plano, pues no es un filme sobre un asesinato, sino sobre la sospecha, la falta de certeza, y el suspenso es consecuencia de la efectiva materialización de todo ello. Es una variedad de su suspenso, el falso culpable, figura que se ha visto muchas veces en posteriores filmes suyos, tiene aquí un matiz distinto en el tratamiento que se le da, pues a diferencia de otras cintas (Intriga Internacional (1959), solo por dar un ejemplo), aquí no se limita a mostrar únicamente a un individuo queriendo escapar de kafkiana situación en la que se ve atrapado. En la presente cinta se desafía un poco al público, pues todos los pequeños detalles indican que el huésped es el asesino, se configura una especie de antihéroe, al menos hasta que todo se aclara finalmente. Otro detalle propio del cine de Hitch viene a ser el romance desarrollándose durante todas las correrías, y particularmente el triángulo amoroso, tan típico en su inicial etapa de cineasta (Inocencia y juventud (1937), por dar otro ejemplo), y es que para el conocedor de la obra del maestro británico, es sin duda el primer filme que contiene las aristas principales del cine hitchcockiano, incluyendo el primero de sus clásicos cameos en sus filmes. Como el propio director lo reconocía, es la primera película con todos sellos, o muchos de ellos cuando menos, pues hasta algo de humor encontraremos, es su primera incursión en intriga, encontró lo suyo, su efectividad para plasmar el suspenso lo evidencia, es una cinta de cine mudo ciertamente necesaria.








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