Cinta británica dirigida por Bryan Forbes, un
filme perteneciente a la corriente cinematográfica conocida como Free Cinema, y
que se caracterizaba por la sencillez y cotidianeidad de los hechos que
representaba, una corriente que era una suerte de respuesta al cine que se producía
en Hollywood. La cinta, adaptada por el propio
Forbes al cine partiendo de la novela de Lynne Reid Banks, es un buen ejemplo de los tópicos que generalmente
abordaba este movimiento inglés de cine, y nos presenta la historia de una
joven mujer en Londres, que tiene cierto drama en su vida. Está embarazada, y
consigue alojamiento en un hospedaje, donde conoce a un joven aspirante a
escritor, y a la variopinta colección de inquilinos; si bien la habitación es
oscura y algo inhóspita, ella acabará tomando gusto del sitio y logrando
amistad con muchos de los huéspedes, mientras va decidiendo qué hacer respecto
a su embarazo, y con el escritor, con quien ha surgido un romance. El filme
explora son sencillez la psicología del personaje central, ella, y además está
dotada de una estética singular y atractiva, un lenguaje visual en el que se
nota un buen desempeño del cineasta británico. No es ciertamente el Free Cinema
una de las más destacadas y conocidas corrientes en el arte cinematográfico,
pero con una decente actuación de su protagonista y una agradable puesta en
escena, la cinta configura un apreciable ejercicio de cine británico.
Tras unas tomas panorámicas de Londres, vemos a
la joven y bella Jane Fosset (Leslie Caron), deambulando por las calles, hasta
llegar a un hospedaje, donde, tras algunas dudas, termina por alquilar un
departamento. Conoce prontamente a Toby (Tom Bell), uno de los inquilinos que
viven ahí, y que muestra cierto interés en ella. Jane está embarazada, está
dubitativa de si tener o no al bebé, va a ver a un doctor para controlar su
estado, pero cuando éste propone determinadamente el aborto, ella se decide a
tenerlo. Mientras se acostumbra al lóbrego departamento, que tiene problemas con
insectos, discute con Doris (Avis Bunnage), la casera, conoce a otros
inquilinos, como Johnny (Brock Peters), al tiempo que Toby, que escribe novelas,
sigue mostrándole atención, y ella va aceptando esa atención, comienzan a salir,
nace un idilio. Jane se encuentra con el padre de su vástago, pero ante su
inoperancia, ella lo aparta de su vida. Con Toby se divierten en el club donde Johnny
es músico, se consuma su romance. Ese romance causa malestar en Johnny, y de
pronto Toby desaparece, se ha enterado del embarazo de Jane, algo que lo ha
molestado. Él reaparece, y pese a todo, amándose, procuran superar el mal momento,
y se amistan, mientras se va acercando la Navidad, celebran Nochebuena. Se acercan momentos definitivos, tanto en el romance de Jane, como lo concerniente a su primogénito, y ella finalmente toma una determinación en ese crucial momento de su vida.
El filme desde sus imágenes iniciales nos deja
clara su intención y tonalidad, presentarnos un retrato cercano y real de
Londres, y lo grafica con esas amplias panorámicas recorriendo con parsimonia las
calles londinenses, antes de adentrarnos en la historia propiamente, con planos
fijos de Jane caminando por esas calles, se
muestran situaciones normales y cotidianas. Es agradable el manejo, el trabajo de
cámara en esos primeros minutos, donde el cineasta maneja su herramienta
artística con soltura, de advierte una cámara de movimientos ágiles, de
desempeño inteligente, deslizándose y acercándose incluso hasta primeros planos. Un
lenguaje que agiliza la narración y nos va sirviendo de preludio al trabajo que
se apreciará más adelante. Esa eficiencia de planos y encuadres, de
travellings, se complementará asimismo con un atractivo juego de luces y sombras,
una expresividad palpable de esa ambientación, que se materializa en dos
ambientes marcadamente diferenciados: en el interior de la habitación de Jane,
y en exteriores. Así, en el interior de la habitación, de la habitación en
forma de L (y en toda la casa en general), observamos poderosos claroscuros y
un potente trabajo de sombras, sombras que se derraman por toda la recámara en
diversas formas, conformando un ambiente de perenne lobreguez donde hasta los
espacios vacíos expresan y transmiten sentimientos, siempre con oscuridad; mientras
que, por el contrario, en exteriores el ambiente es opuesto, casi siempre
luminoso y brillante, marcando el mayor de los contrastes, y a su vez diagramándonos
la naturaleza, la atmósfera del sitio, umbrosa, densa, donde todo sucede. Ese
contraste es uno de los atractivos de la cinta, un contraste roto únicamente
por el club donde Johnny toca la trompeta, el único ambiente que rompe con esa
dualidad visual, de exteriores con la casa, aquella casa donde una mínima pared
provee la escasa privacidad a los inquilinos, donde todo se escucha, donde la
amistad, los celos, el sexo, parecen no tener contornos claros.
Apreciaremos tomas, encuadres, que potencian la
intencionalidad descrita, especialmente en interiores, con picados de las
escaleras, los mencionados encuadres al vacío, etc. El filme tiene un
desarrollo más bien tibio, sencillo, sin demasiados ornamentos, se siente el carácter
de cercanía, de que son seres y acciones cotidianos lo que vemos, y de esa
simpleza y sencillez es que surge ese desarrollo sereno y fluido que caracteriza
la cinta. Se siente una historia nada extraordinaria ni espectacular, sino
cotidiana, que le sucede a personas de la puerta de al lado, como lo son los tres
amigos que comparten vivencias en el hospedaje, mezclando amistad, amor, celos,
algo pues, bastante normal. Y esa normalidad por supuesto se refleja en el
desarrollo del filme, de una linealidad que no se rompe casi nunca en la cinta,
exceptuando quizás el momento del desmayo de ella; aparte de eso, el desarrollo
de la cinta es completamente convencional, lineal, es Free Cinema. Buen
exponente es el filme de esa corriente británica, nada postizo, artificial o
elaborado, historias cotidianas de seres humanos promedio. En la cinta el tema psicológico toma
importancia, los avatares de ella, pues tras alquilar el cuarto, la vemos
sollozando, inmediatamente sabemos que ella tiene algún problema, y la manera
en que va interactuando con los inquilinos nos dan más alcances a ese respecto.
Forbes nos proporciona asimismo un bosquejo de los londinenses de entonces, entre
ellos un escritor frustrado y con carencias económicas, es la gente de Londres y sus costumbres y su
psiquis, sus prejuicios, siendo la escena de la celebración navideña un buen compendio
de eso. El acompañamiento musical, si bien no abundante, sabe aparecer en
algunos momentos para intensificar ciertos sentimientos, a veces desenfreno, a
veces dolor e incertidumbre, un elemento positivo en la cinta y característico
de esta escuela de cine. El Free Cinema no es, en efecto, uno de los movimientos
más vistosos, ni espectaculares, su austeridad en medios la asemeja con la Nueva
Ola francesa, movimiento contemporáneo -y si bien incluso algunos llaman al Free
Cinema la nueva ola inglesa, lo
cierto es que existen sus distancias-, ambos buscando escindirse del cine imperante,
de la forma de hacer cine mayormente estadounidense, combatiendo lo artificial
y postizo, con crudeza y libertad de cámara. La cinta dista mucho de ser una
obra maestra, pero, con los atractivos técnicos mencionados, sumados a la
belleza y solidez interpretativa en su papel de Leslie Caron, se configura un
ejercicio aceptable de cine europeo, casi desconocido, alejado del brillo y
fama de otras obras, pero apreciable.